En 1954 William Golding publicó El señor de las moscas, una novela que, si bien no tuvo una gran acogida en el momento de su publicación, terminaría por convertirse en un clásico de la literatura inglesa. La originalidad de su argumento, unida a un potente mensaje sobre la naturaleza y el comportamiento del ser humano la han llevado a ser una de las obras de lectura obligatoria en escuelas y universidades. Para quien no haya tenido la oportunidad de leer esta joya literaria, basta con decir que Golding expone a través de apenas 300 hojas el modo de vida de un grupo de jóvenes que, tras el accidente del avión en el que viajaban, se ven obligados a organizarse y vivir en comunidad. Una situación que al principio se plantea como algo sencillo pero que acabará por complicarse dejando en evidencia los instintos más primarios del ser humano, como el ansia de poder, la crueldad o el egoísmo.

The Society, la versión actualizada del clásico de William Golding

The Society, la versión actualizada del clásico de William Golding 2

La historia narrada por Golding, al igual que otros muchos libros, dio el salto a la gran pantalla en 1963 de la mano de Peter Brook y volvería a la salas en 1990 gracias al cineasta Harry Hook. No obstante, su esencia se puede rastrear en multitud de producciones audiovisuales, siendo The Society una de las más recientes. Así, mientras HBO triunfaba contra todo pronóstico con Chernobyl, la miniserie que llegó a la plataforma para quitar el mal sabor de boca tras el final de Juego de Tronos, Netflix sacaba a la luz una serie cuyo guion llevaba en circulación varios años sin éxito en el medio audiovisual. De hecho, el creador de la serie llegó a escribir el piloto para Showtime pero finalmente la cadena no mostró interés alegando que la edad de los protagonistas (jóvenes a punto de iniciar la universidad) solo daría pie a un drama juvenil, producto por el que no se sentían lo suficientemente atraídos.

Cinco años tuvieron que pasar desde que Christopher Adam Keyser creó la ficción hasta que Netflix finalmente decidió darle una oportunidad. Keyser y Marc Webb, director de The Amazing Spider-Man, fueron elegidos como productores por la N roja, quien ha encontrado en las producciones juveniles un gran filón. A los recientes largometrajes como Nuestro último verano, La cita perfecta o A todos los chicos de los que me enamoré, se le unen series como Las escalofriantes aventuras de Sabrina, la española Élite o Cleptómanas. Sin duda, Netflix ha encontrado su particular gallina de los huevos de oro y todo apunta a que no parará hasta que el público esté saturado de ver a veinteañeros en la pantalla, algo que por el momento no parece estar cerca de suceder.

Para dar forma al elenco de The Society, los creadores optaron por mezclar caras conocidas con rostros menos habituales en la pequeña pantalla. Así, Kathryn Newton, a quien recientemente hemos visto como reportera en Detective Pikachu, se hizo con el papel de Allie Pressman, un personaje que parece ser secundario en el primer capítulo de la serie pero que termina convirtiéndose en el eje de toda la ficción. Junto a ella están Kristina Froseth, conocida por sus interpretaciones en Sierra Burgess es una perdedora (otro título juvenil de Netflix) y en La verdad sobre el caso Harry Quebert, en el papel de Kelly Aldrich; Rachel Rye Keller, quien interpreta a Cassandra, la hermana de Allie, y reconocida internacionalmente por su papel de Sydney Barret en Legión y Olivia DeJonge, que alcanzó gran popularidad por su papel de Becca en la película La visita.

Entre los actores menos conocidos se encuentran Sean Berdy como Sam Eliot, Alex Fitzalan como Harry Bingham, Toby Wallace como Campbell Eliot, Natasha Liu Bordizzo como Helena, Jack Mulhern en el papel de Gareth Visser, Jacques Colimon como Will o Grace Victoria Cox como Lexie.

Una de las cuestiones más interesantes de la ficción es que si bien algunos de sus actores cuentan con mayor reconocimiento por su trayectoria, dentro de la ficción todos tienen el mismo peso. Esto se debe principalmente a la premisa de partida, que se basa en la construcción de una nueva sociedad igualitaria tras una catástrofe cuyas causas desconocemos. No obstante, algunos de los actores debieron prepararse a conciencia para representar sus papeles, siguiendo ciertas indicaciones por parte de los creadores. Así, Kathryn Newton se vio obligada a estudiar la Edad Media y el comportamiento de grandes reinas de la época, así como a leer Rebelión en la granja de George Orwell por indicación de Keyser. Este tipo de requisitos impuestos a los actores no es ninguna novedad, de hecho, son muchos los intérpretes que investigan a fondo en sus personajes para poder captar la totalidad de su esencia. Dustin Hoffman, por ejemplo, tuvo que prepararse a conciencia para interpretar a Raymond, personaje que sufría autismo, en la icónica Rain Man, hoy catalogada como una de las grandes cintas del siglo XX y como una de las mejores películas que abordan la estrategia matemática y la lógica en los juegos de casino; mientras que Margot Robbie y Saoirse Ronan tuvieron que estudiar con detalle la vida y la personalidad de Isabel I y María Estuardo para su última película juntas: María, reina de Escocia.

¿Por qué era necesaria toda esa preparación previa por parte de Kathryn Newton? Básicamente porque el personaje de Allie termina convirtiéndose en el de Ralph de El señor de las moscas. El argumento de la ficción, como decíamos al principio, está muy relacionado con la novela de Golding, aunque también incluye toques de ciencia ficción que por momentos nos recuerdan a Lost, y no en el mejor sentido. De hecho, mucha de su simbología a veces provoca en el espectador la sensación de estar completamente perdido en medio del visionado, tratando siempre de comprender más allá, como ocurre en Alicia y el país de las maravillas.

Así, la serie comienza cuando un centenar de jóvenes se marchan de excursión de fin de curso y, ante un problema durante el trayecto en autobús, se ven obligados a regresar a casa. Hasta aquí todo parece normal, el interés comienza cuando estos jóvenes se dan cuenta de que su pueblo está completamente deshabitado, no hay rastro de sus familias ni de sus seres queridos y la comunicación con ellos de forma telefónica es imposible. Curiosamente todo en el pueblo permanece igual salvo por la misteriosa desaparición de todos sus habitantes.

Tras una primera noche de descontrol, Cassandra decide hacerse cargo de la dirección del grupo, enviando una partida de reconocimiento a los límites del pueblo y es aquí cuando se presenta una revelación de lo más llamativa: no hay nada más allá. Las carreteras han desaparecido y todo parece indicar que están completamente aislados del resto de la humanidad, si es que todavía existe.

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A partir de este momento, estos jóvenes se verán obligados a organizarse como sociedad, controlando los recursos e imponiendo una serie de normas. Sin entrar en demasiados detalles, y de nuevo recurriendo a la obra de Golding, los problemas se irán multiplicando para este grupo de adolescentes obligados a madurar de golpe. En este sentido, la ficción destaca especialmente por intentar reflejar en todo momento los problemas de nuestra sociedad actual, poniendo de manifiesto no solo la desigualdad que existe entre personas sino también los conflictos éticos y morales que conlleva el ejercicio del poder. Por otra parte, la ficción también funciona como fiel espejo de la naturaleza humana, al tiempo que trata de integrar a minorías sociales y étnicas.

Con esta fórmula, Netflix se suma a las producciones que tratan de ofrecer un mensaje más allá del mero entretenimiento, y podría haber funcionado sino fuera por ciertos detalles -un olor cuyo origen no se explica, un perro que aparece y desaparece a voluntad o un eclipse solar de la nada- al más puro estilo Lost que despistan al espectador haciéndole dudar de si está viendo un drama social o una serie de ciencia ficción. A todo esto, debemos sumarle un final que nos deja todavía más confusos de lo que ya estábamos. Un cliffhanger que deberá ser resuelto en una segunda temporada que Netflix ya ha confirmado.

Pese a ello, los 10 capítulos con los que cuenta The Society entretienen y nos hacen reflexionar. Una visión young adult de la famosa obra de William Golding que nos recuerda que solo en las situaciones más extremas llegamos a conocer realmente a quien tenemos delante.